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El oficio del programador

04-01-2007 5:56 PM

La labor de programación es una interminable secuencia de diseño, codificación, validación, corrección, reprogramación, validación y corrección de nuevo. Practicamente nunca termina porque es bien difícil conseguir la perfección deseada. Un programa complejo como un juego, siempre puede ser mejorado. Y se puede. A diferencia del escultor, quien alcanza un punto (“rápidamente”) en el que no hay forma de mejorar la estatua, un sistema computacional, siempre admite y exige mejoras, cambios y modificación de sus características. Los que programamos juegos nunca terminamos un juego: simplemente dejamos de trabajar en él (la cita no es mía pero se consigue con frecuencia en sitios que hablan de programación de juegos).

Enlaces que si saben cuándo se termina

  • Un video mostrando la diferencia de tamaño entre los planetas, el sol y otras estrellas gigantes.
  • Parte un juego, parte un experimento de fisica. Puede resultar bien entretenido si usamos nuestra imaginación… enlace.
  • Altered… la siguiente producción del escritor de Blair Witch Project. ¡Cagante! Sin embargo, al parecer va directo a dvd, no la van a presentar en los cines. Como quiera que sea el site es excelente.
  • The Horror… the horror… un programa escrito en Intercal, sólo escritura… por Donald Knuth.
  • Un excelente articulo com
    parando las campañas militares de los estadounidenses y Ghengis Khan, el líder mongol que invadió Iraq en 1258.
  • Terminó 2006 y tampoco se liberó Duke Nukem Forever!
  • Dando vueltas sobre algunos links de ficción interactiva, conseguí un review de hace un año sobre la obra de Andrew Plotkin. Es una interesante lectura y muy buena introducción a fi.
  • De kotte.org, algunos links famosos del 2006, incluyendo la historia del ampulex, una avispa que es capaz de convertir a una cucaracha en zombie, y la obra de Rob Gonsalves.
  • Este es un simple juego pero es muy bueno: line-rider.
  • La versión americana de Abre los ojos: Vanilla Sky. Una película devastadora que me confirmó una vez más que la vida vale demasiado como para desperdiciarla en relaciones amorosas inútiles en un segundo.