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Una fábula

04-04-2006 11:12 AM

Han sido convocados a una querra: puede ser que se enfrenten a un solo enemigo, o a varios. Pueden usar el armamento que decidan, los equipos que quieran, el uniforme que deseen. Deberán pelear muchas batallas, días, meses, años, quizás toda una vida. La pelea será atroz, y peligrosa. Deben protegerse lo mejor que puedan. Han sido convocados ellos dos, y comienzan la batalla. Al principio muy lentamente, en algunas épocas con mucha más ferocidad. Así permanecen muchos años. Un día uno observa al otro particularmente cansado, sudoroso, exhausto. “¿Qué te pasa?”, le pregunta. “Estoy muy cansado.”, le responde el otro casi sin aliento. “¿Por qué insistes en usar esa pesada armadura medieval, ese mandoble, ese escudo. No ves que yo tengo pantaloncillos, zapatos de goma muy cómodos y una fresca franela?”. “¿No es esta una guerra peligrosa, nuestras vidas no están en peligro, no debemos protegernos lo mejor que podamos?”, preguntó el otro intrigado. “¿Por qué? ¿No te das cuenta que todos estos años hemos estado jugando un inofensivo juego de ping-pong?”.

¿Adónde van los globos?

04-04-2006 11:05 AM

¿Adónde van los globos que huyen y escapan de los niños? ¿Es que acaso quieren ser libres, y no les importa entristecerlos con tal de conseguir su libertad? ¿Pueden ser tan egoistas? ¿Se reunirán todos ellos en algún sitio del cielo? Ese será el sitio más egoista del cielo. ¡Egoistas, malvados!

Los dias de un escritor

04-04-2006 10:59 AM

El escritor sobrelleva una triste vida porque se debe a sus personajes. Debe vivir sus vidas, sufrir sus penas, afrontar sus peligros, llorar cuando mueren. Cuando se pierden, debe buscarlos durante noches y días interminables, enfrentando toda suerte de peligros y privaciones. Ciertamente le produce mucha alegría el encontrarlos, pero nuevos retos, nuevas intrigas, nuevas penurias siempre surgen sin aviso y sin remedio. Finalmente llega el día en que debe abandonarlos. Nuevos personajes y nuevas historias (o vidas) le reclaman su tiempo y atención. Así que se despide de ellos, a veces con un leve movimiento de la mano, otras veces con un abrazo empañado en lagrimas. A veces sale corriendo detrás de ellos en un repentino arrebato de arrepentimiento, pero ellos continuan su camino, decididos, rumbo al horizonte, y lo abandonan, como el viento abandona el campo para asolar las montañas remotas. Y ahí queda el escritor, sentado, tirado como un muñeco de trapo en el suelo, inconsolable, sumido en un desánimo que ni la madre más solícita puede remediar. La vida del escritor es triste porque sus amigos más adorados, a los que les dedica todo su tiempo y devoción, ni siquiera lo conocen, ni le reconocen mérito alguno. Solo le queda de ellos recuerdos irremediables, que nunca serán recompensados por un reencuentro casual.

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Ese patito feo

04-04-2006 10:56 AM

Hay ciertos cuentos infantiles que deberían ser prohibidos.
Por ejemplo, el patito feo. Los que son poco agraciados pasan el resto de su vida con una falsa esperanza en convertirse algún día en un cisne. Y eso nunca sucede. Y quizás esperando eso, viven su vida como el cisne que no son, y dejan de vivir la vida de patito feo. Como si tal cosa fuese malo. O al menos no ahora, cuando la tolerancia está uniformente distribuida y el racismo y la discriminación no están tan difundidos como en los días en que se escribían cuentos tan tontos como ese.